Además de comunicadora, soy profesora de Yoga y Meditación
desde hace 22 años.
Esta es la hipótesis con la que trabajo:
Técnicamente, en Yoga se habla de 3 niveles de Meditación:
1. Con forma
2. Sin forma
3. Trascendente
1. Lo natural es empezar por Con forma: Dios (señor con barba que vive en el 7º cielo,... Diosa, diosas, llama de una vela, el sol, una santa o santo de mi devoción... cualquier forma que a una le inspire cualidades elevadas (Ojo, porque voy a ir adquiriendo esas cualidades: si me concentro en un elefante voy adquiriendo las cualidades que yo le atribuyo al elefante, etc. El objeto de la concentración es importante, por las cualidades que voy activando en mí, pero no es lo más importante. Lo realmente importante es que voy desarrollando la capacidad de CONCENTRACIÓN.
2. Lo natural (siempre dentro de mi hipótesis) es que, después de poner mucha energía y concentración en dicho objeto, (devoción, adoración, fervor...) se pasa de la meditación con forma a la meditación Sin forma. Eso que antes situaba fuera de mí y le daba una forma, ahora descubro que está en mí: es la Vida que me permite mover las piernas, reirme más o menos a tiempo cuando escucho algo chistoso, emocionarme ante una puesta de sol, coordinar pensamientosn, etc.
Ya no es un objeto (una santa o un santo de madera o escayola, el cuadro de Santa Bárbara que me protege de la tormenta, etc.) sino que voy centrando la atención en el sujeto de la concentración. La fuerza la sitúo en la vida que hay dentro de mí.
Cuando me siento débil, ya no lo interpreto como "castigo de Dios", etc. sino que trato de descubrir los sentimientos negativos y creencias limitantes (generacionales, sociales, culturales, etc) que están interfiriendo en el despliegue completo y total de mi energía. Desde este punto de vista, lo natural es estar llena de vida, plenamente consciente y feliz, y cada vez que no es así entiendo que "En presencia del amor, todo lo contrario está surgiendo para sanarse".
3. A medida que voy integrando esta visión, voy avanzando hacia el siguiente estado de Meditación Trascendente: esto que conecta mis neuronas y sincroniza mi aparato digestivo con secreción de jugos gástricos y peristaltismo intestinal, o que desencadena secreciones de adrenalina en el torrente nervioso cada vez que paso miedo, eso mismo, esa fuerza de la naturaleza es la que empuja a crecer a los árboles, las cosechas, y mantiene el equilibrio entre las estrellas y los planetas, por poner un ejemplo. "Como es arriba, es abajo". Soy una chispa de conciencia, una gota en el océano de Vida.
El océano está en mí, y al mismo tiempo, me trasciende. "Dios me necesita para ser omni... estar en todas partes, etc.", soy una pieza imprescindible del puzzle. La parte y el todo. Nada se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Desde este punto de vista, soy una chispa inmortal (¡¿Quién dijo miedo!?), envuelta en un vehículo físico, emocional, mental y causal (causa y efecto) con fecha de caducidad, viviendo experiencias en el "Gran teatro del mundo", la escuela de evolución de la "Señorita Vida".
Por eso desde hace un tiempo que, gracias a la visión de género, descubrí que las formas espirituales que estaba manejando, incluída la visión induísta de MahaBharata ("la gran batalla") eran y son patriarcales, cada vez que oigo, leo o incluso desde mi inconsciente brota la palabra Dios, la sustituyo por la Vida, ese océano de vida, de conciencia y de felicidad. Y cuando intuyo la forma inconsciente "señor de barbas" en el mensaje, hago la broma de "Dios... y su Señora". Así seguimos avanzando.
PS. El miedo es natural, real e inevitable, como tener mocos o echar pedos.
No nos resultan agradables, pero son naturales. El problema no es tener miedo, sino qué hacemos con ello.
Si nos lo callamos, a veces porque ni siquiera somos conscientes, o porque generacional, social o culturalmente no nos damos permiso para sentirlo (y esto es ¡muy patriarcal!), el miedo enferma. Es tal la cantidad de adrenalina que las suprarenales tienen que invertir para contenerlo, que se termina agotando la energía del riñon.
Si hacemos consciente del miedo, el miedo fluye; es importante expresarlo, a una misma y/o a las personas de confianza.
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