Decía
la doctora suiza Elisabeth Kubler-Ross que ante un hecho traumático
la reacción natural sigue 4 fases: 1) Negación 2) Rabia e
impotencia 3) Depresión y 4) Aceptación.
En
la primera fase de negación decimos cosas como“esto no está
pasando; no puede ser; es un error; es una pesadilla pero me
despertaré y habrá sido sólo un mal sueño”. Y volvemos una y
otra vez mentalmente, al instante previo, como si pudiéramos ir
atrás en el tiempo.
En
el caso de lo que llamamos “crisis”, serían expresiones como
“las crisis del capitalismo son cíclicas”, “dicen los
analistas que la crisis ya ha tocado fondo”, “hay brotes verdes”,
“el próximo semestre cambiará la tendencia de la destrucción del
tejido industrial y el empleo”, “el remonte empezará el año x”,
etc.
En
la segunda fase nuestra mirada se dirige a los culpables, convertidos
en depositarios de nuestra rabia e impotencia. Podríamos decir que
estamos en una actitud más reactiva que proactiva. Cinco huelgas
generales de un sólo día en tres años son una muestra de ello.
Protestamos con más o menos intensidad tratando de presionar a las
autoridades económico-políticas, al gobierno... pero de forma tal
que parece que esperamos que quienes han provocado y se están
aprovechando de la crisis van a reflexionar y nos la solucionarán.
En
la tercera fase, agotadas las fuerzas para luchar, nos dejamos, nos
abandonamos, caemos en una espiral descendente, nos hundimos en la
depresión.
Y
por fin, en la cuarta fase, bien porque hemos tocamos fondo o bien
porque hemos encontrado un sentido a lo que nos está pasando,
hacemos pie y eso nos impulsa nuevamente en una espiral ascendente.
La
opción de tocar fondo es más peligrosa, porque a veces supone un
deterioro tal que ya es difícil remontar. La buena opción es la de
encontrarle sentido a lo que me/nos está pasando. Y hay que
perseverar hasta que demos con la lectura correcta.
Hemos
escuchado muchas veces que el ideograma chino correspondiente a
“crisis” significa “peligro”, “desafío”, “oportunidad”
de cambio. Habrá que ensayar otras vías de solución, porque si
repetimos las mismas fórmulas obtendremos los mismos resultados.
¿Cómo
sabremos que estamos haciendo la lectura correcta? Igual que en un
parto: porque se acaban las contracciones y ya nace lo nuevo.
Mientras tanto hay que seguir respirando profundo y animando.
He
aquí una propuesta de lectura de la crisis que vivimos.
Supongamos
que es cierta la hipótesis de que el problema es un trampolín
que me catapulta hacia ese cambio que hace tiempo estaba anhelando.
¿Cuál
es ese cambio?
Los
seres humanos queremos existir sin sufrimiento, y muchos queremos una
sociedad justa, libre de hambre, de miseria, libre de explotación de
personas, de animales y de bienes naturales, libre de maltrato... En
definitiva, libre de dominación y libre de sumisión.
El
trabajo asalariado es uno de los pilares fundamentales que sostiene
el sistema de dominación-sumisión. Sin ser conscientes de ello,
como dice la socióloga Mari Otxandi en su libro Los nuevos
herejes “la mayoría de las personas asumen, con una mezcla de
devoción y de resignación, una vida ligada al trabajo rutinario y
mecanizado.” Quienes no tienen “su” puesto de trabajo suspiran
por él aceptando de facto que alguien les arrebate la plusvalía,
sin ver otra alternativa.
El
capitalismo neoliberal conduce a las sociedades del Norte y del Sur
hacia nuevas formas de totalitarismo y dominación social (trabajar
por un cuenco de arroz). El trabajo asalariado ha sido clave en esta
deriva junto con la fe ciega en el progreso material, en el
desarrollo tecnológico a costa de vidas y recursos naturales y en el
crecimiento ilimitado.
El
pico del petróleo pinchó este globo y fue el impulso para el
nacimiento de movimientos sociales como Desazkundea-Decrecimiento, o
las Ciudades y Pueblos en Transición.
Ya
se está decreciendo económicamente y a marchas forzadas en algunas
partes del planeta, pero este decrecimiento no se está produciendo
de forma justa ni equitativa sino todo lo contrario, agudizando a
toda velocidad la brecha entre quienes tienen casa, comida, etc. y
quienes no tienen.
Quienes
no tienen un puesto de trabajo se sienten inútiles y hasta culpables
de su propia desgracia. Cuando la realidad es que la riqueza que
tenía la persona contratada radicaba en sí misma: en su creatividad
y su fuerza de trabajo. Puede que ahora no tenga contrato pero la
creatividad y la fuerza de trabajo siguen estando en ella.
¿Qué
aporta entonces quien contrata? Aporta unas metas y una organización.
Eso es lo que necesitamos: tener claras las metas y organizarnos.
Teniendo la generación “más preparada” de la historia, eso no
puede ser un problema, teniendo como tenemos el ADN rebosando
auzolan, batzarre y comunal.
La
economista Amaia Perez Orozko se pregunta en el vídeo de las
Jornadas de Bilgune Feminista en Leitza: 1) ¿Cuál es la vida que
nos merece ser vivida? 2) ¿Cómo nos organizamos para lograrlo?
Gracias
al trabajo de desarrollo personal que hemos realizado en estos
últimos años, sabemos que el grado de satisfacción que cada
quien experimenta es proporcional, no a la cantidad de dinero o
posesiones que ha acumulado, sino a la capacidad de sentir
satisfacción que va desarrollando, por lo cual lo justo y
equitativo sería crear las condiciones para que se dé la salud y el
desarrollo personal psico-afectivo de las personas, además de que
todo el mundo tenga más o menos lo mismo, a nivel material.
Por
todo ello, la iniciativa Auzolan de Euskal Herria, invita a todas las
personas que estén interesadas al Open Space / Espacio Abierto
POZazkUNdea (“crecimiento vital”) que tendrá lugar los días
13-14 de abril de 2013 en la antigua fábrica de armas Astra-Gernika,
en la actualidad fábrica social de cultura autogestionada,
para responder a esta pregunta: ¿Cómo nos organizamos para
lograr vivir como nos merecemos?
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